miércoles, 22 de julio de 2015

El legado del turismo británico en las Islas Canarias



EL LEGADO DEL TURISMO BRITÁNICO EN LAS ISLAS CANARIAS

Impacto socio-cultural sobre la población de Canarias





I.- INTRODUCCIÓN.

1.1: Definición de turismo.

            El turismo es tan antiguo como el hombre y nace con él mismo. Hoy se acepta que el primer turista de la Historia es el viajero y geógrafo griego Herodoto. Viajó a través del mar, a pie, a caballo y en carro a Egipto, Mesopotamia, Palestina y Persia. Herodoto describió las costumbres y datos etnográficos de todos los territorios por los que pasó.

            El turismo es una actividad cuyo protagonista es el hombre, por lo que, al desarrollarse en el campo personal, cada quien tiene su interpretación, la cual depende de sus vivencias, deseos, gustos, cultura, etc., y por lo tanto su definición desde el punto de vista general se torna dificultosa y a veces contradictoria. La definición del turismo es sencilla si se refiere en cada caso a la opinión de cada quien, a lo que cada quien perciba o interprete, pero, al englobar la definición para satisfacer la expectativa general, definir el turismo es difícil.

         Lo cierto es que el turismo se ha convertido en el principal sector económico del mundo, estimándose que en el año 2006  el movimiento de turistas por el mundo creció hasta los 842 millones de personas. En muchos países del mundo el turismo ya constituye entre un 5 y un 10 por ciento de su producto interior bruto y en lo que se refiere a las Islas Canarias, su participación en el PIB supone el 70%, con una cifra de visitantes en 2.008 que ascendió a los 9.356.912, según datos publicados  por el ISTAC.


            El doctor José Ignacio Arrillaga en su libro Ensayos sobre el Turismo, lo define así: “Turismo es todo desplazamiento voluntario y temporal determinado por causas ajenas al lucro, el conjunto de bienes, servicios y organización que en cada nación determinan y hacen posibles estos desplazamientos y las relaciones y hechos que entre éstos y los viajeros tienen lugar”.

            El profesor Manuel Ortuño Martínez, en su obra Estudio del turismo, define el turismo con palabras simples pero con una gran profundidad, diciendo: “El turismo es la afición a viajar por el gusto de recorrer un país”.

                        Podemos resumir estas y otras interpretaciones acerca del turismo diciendo que es un fenómeno socio-económico que influye en gran manera en el crecimiento cultural y en la riqueza de los pueblos, o que es el movimiento de humanos para intercambiar conocimientos, cultura, aventura, credo, idiomas, etc. En definitiva, que es la tendencia natural del ser humano a cambiar de sitio temporalmente para beneficiarse de las bondades del lugar visitado.





1.2: Clases de turismo.

            Dentro de la clasificación del turismo, entre otras, citaremos el turismo de descanso y esparcimiento, que es en realidad la clase de turismo más estrictamente apegado a su definición. El turismo de negocios, aunque algunos autores consideran que este tipo de viajes no se ajusta estrictamente al concepto de turismo, al entender que éste debe carecer de ánimo de lucro. Turismo cultural y científico, o aquel que individualmente o en grupos tiene como finalidad la asistencia o participación en manifestaciones culturales, festivales de música, etc. Turismo deportivo, que también podría llamarse turismo de entusiasmo porque es el que mueve a mayor cantidad de jóvenes y es el más sano por que su motivo no es otro que la practica del deporte. Nada tiene que ver con ese turismo de 24 horas propiciado por los hooligans de cualquier país.

1.3: Orígenes del turismo.

            Aunque algunos autores sitúan los orígenes del turismo en la Grecia clásica, pasando por el Imperio Romano con las segundas residencias para el descanso y el esparcimiento en Pompeya y Herculano, no será hasta el siglo XXVIII cuando se pondrán las bases del turismo moderno.


            El germen surgió en el Reino Unido, se le denominó “Grand Tour” y tenía como objeto primordial enseñar a la joven burguesía compuesta por miembros del cuerpo diplomático, políticos, abogados, militares, etc., los saberes y logros de los estados europeos modernos. Francia, los Países Bajos, Alemania y sobre todo Italia, fueron los países objeto de estos viajes, quedando excluida la Península Ibérica por razones diversas, entre ellas, el conflicto entre las coronas española e inglesa y la deficiente infraestructura de que gozaba España. Sólo con la llegada al trono español de la Casa de Borbón, cambiará ligeramente la situación y comienzan a aparecer ilustres visitantes por la frontera española.

            El turismo moderno, con los dos componentes que le son inherentes, la libertad de movimientos y la gran masa de personas que lo practican, sólo se dará con la aparición de la máquina de vapor, dando origen al  ferrocarril y al barco de vapor, en el siglo XIX.

            Por lo que al turismo contemporáneo se refiere, son sus componentes definitorios la rapidez en los desplazamientos (el avión), la amplia oferta de destinos, la duración de las estancias y el control de todo el conglomerado por parte de unos pocos operadores.


II.- EL TURISMO EN ESPAÑA.

2.1: Breves antecedentes del turismo en España.

            Como ya se ha dicho, las malas relaciones de la Corona de España con otros reinos; el agobiante barroquismo imperante frente a los aires neoclasicistas que soplaban en Europa y la total ausencia de infraestructuras, mantuvieron alejada a España de las rutas de los viajeros europeos.

            Mediado el siglo XVIII, reinando Carlos III, Madrid comienza a convertirse en punto de partida para ciertas excursiones radiales que explorarán el resto del país, comenzando por los Reales Sitios y la zona de Castilla, para más tarde adentrarse en Andalucía y Cataluña, siendo ésta la región mejor equipada para el viajero y con mejores infraestructuras.

            No será hasta mediado el siglo XX, después del denominado desarrollismo, cuando el turismo llegó a representar un elemento importante dentro de la economía de España, ya que de los 5.800 establecimientos hoteleros existentes en 1.965, con una capacidad alojativa de 300.000 plazas, la previsión era, para 1.967, alcanzar el millón de plazas hoteleras. Para alcanzar esta cota de capacidad de recepción de turistas se siguen diversas estrategias, entre ellas la apertura a la inversión extranjera, hasta entonces muy restringida, las subvenciones, la concesión de créditos blandos, amortización contable a mayor plazo, etc. Y en ocasiones supliendo la iniciativa privada con la oficial, como fue el caso de los paradores y hoteles propios.

            Así, España llega a alcanzar el quinto puesto como potencia turística mundial, logrando en el año 1.969 que los ingresos por turismo supongan la primera partida de la balanza de pagos. Todavía no se habla de la primera industria del país, pero poco falta.







III.- EL TURISMO EN CANARIAS.

3.1: Orígenes y antecedentes.

            Herodoto no viajó al Archipiélago Canario, por lo que las primeras descripciones de nuestras islas las encontramos en otros viajeros de la Antigüedad. Con el paso de los siglos, las informaciones sobre Canarias se corresponden más con la mitología que con la realidad. No será hasta la descripción de Plinio el Viejo, escritor romano del siglo I, cuando se encuentre una descripción en la que podamos reconocer geográficamente a nuestras islas, y ello fue posible gracias a la expedición organizada bajo el reinado de Juba II de Mauritania a las islas.

Mapa de las Islas Canarias.

            A partir de la expedición de Lancelotte Malocello a Lanzarote en 1.336, posiblemente arribado a la isla por error de navegación, se han sucedido en el tiempo un flujo continuo de expediciones cuyo destino era el Atlántico Sur, en ocasiones, y en otras con decidida intencionalidad de ocupación de las islas.

            Por solo citar un ejemplo, reseñaremos el viaje realizado bajo los auspicios del rey de Portugal Alfonso IV en 1.341, al mando del capitán florentino  Angelino Corbizzi. Fue éste posiblemente el primer viaje realizado por europeos donde se combinan los fines turísticos, de simple curiosidad y espíritu aventurero, con los fines de exploración comercial. Visitaron la práctica totalidad de las islas observando a sus habitantes y sus recursos. El encargado de relatar la expedición no fue otro que el genio de la literatura Giovanni Boccaccio.

            Se puede afirmar que la imagen turística de Canarias se forja desde el mismo momento que se incorpora a la órbita europea en el siglo XV, razón por la cual es y será un sólido destino turístico.







3.2: El turismo en Canarias en la época contemporánea.

            La historia del turismo en Canarias está asociada a la de los puertos, ya que fueron las relaciones comerciales las que propiciaron el desarrollo del turismo. En particular, durante el siglo XIX era frecuente el tráfico continuo de barcos por el Atlántico y los puertos canarios, que se convirtieron en una gran estación carbonera y en escala obligada para el avituallamiento de buques de paso en sus travesías, que por lo general unían Inglaterra y Francia con sus colonias africanas.

El Queen Mary de la Cunard, en el Puerto de la Luz. 1964
 De esta manera, las empresas navieras europeas se dieron cuenta del atractivo turístico de las Islas y aprovecharon sus barcos para acomodar pasajeros en sus camarotes. A su vez, las tripulaciones de dichos barcos, junto a los demás extranjeros que venían a Canarias por cualquier motivo, incluidas las importantes colonias en las islas de alemanes e ingleses, especialmente estos últimos, junto con los cónsules, actuaron como genuinos canales de comunicación de los atractivos turísticos de las Islas en sus respectivos países.

            Así, el turismo en Canarias se remonta a finales del siglo XIX donde el clima, el paisaje, la naturaleza, el comercio y el buen trato de los isleños al huésped fueron factores decisivos para su posterior desarrollo. Para acoger a los primeros turistas en torno al año 1.865 se abren en Canarias las primeras fondas o viviendas para acoger a turistas con enfermedades de pulmón, estómago y sistema nervioso, entre otras, aprovechando de esta forma los atractivos del clima y de las aguas minerales de Canarias para la salud.

            Como una consecuencia más de sus intereses comerciales en las Islas Canarias, fueron los ingleses los que primeramente establecieron en al Archipiélago su base de reposo y convalecencia más allá de sus fronteras. Efectivamente, nuestras islas supusieron para la fabril Inglaterra de la revolución industrial un lugar privilegiado para la recuperación de sus “invalids”, enfermos con padecimientos del mal del momento: la tuberculosis. Los doctores ingleses James Clark, William W. Cooper y  William R. W. Wilde, sobre los que volveremos más adelante,  encontraron en las islas un lugar idóneo, siendo, junto a otros, los descubridores de Canarias como lugar de interés médico-turístico para el traslado y tratamiento de este tipo de enfermos.

            De otra manera, desde 1880 hasta el inicio del turismo de masas en las Islas Canarias, este sector  tendrá un crecimiento en torno al turismo de salud, al que se vinculará el de placer y las visitas de científicos europeos. Por tanto, y al igual que en la actualidad, aunque por diferentes atributos, los dos principales atractivos turísticos de las Islas eran el clima y la naturaleza, que trasladados a la actualidad equivalen a “sol y playa”.

            En esta época son numerosos los artículos publicados en la prensa internacional, particularmente la británica, sobre los atractivos naturales de Canarias para la salud. Estos atractivos también vienen recogidos en varias guías turísticas, entre las que cabe citar la de Salmer Brown titulada “Madeira, Canary Islands and Azores”, que llegó a contabilizar diez ediciones en el año 1.910.

El carácter pionero del turismo de salud también se justifica por la constitución de entidades especializadas en dicho producto turístico –en 1.885 se constituye la

El hotel Santa Catalina hacia 1909
Sociedad Hoteles Sanatorios- y la creación de lujosos hoteles de gran nombre –en 1.886 se inaugura el Gran Hotel Sanatorio Taoro en Tenerife y en 1.888 el Hotel Santa Catalina en Gran Canaria-, que confirman la tradición de estación sanitaria del Archipiélago.

            El negocio del alojamiento turístico, principalmente centrado en las fondas españolas y habitaciones en residencias de extranjeros, experimentó un gran auge en 1.885 con la llegada al Archipiélago de unos 400 enfermos  y convalecientes que se alojarán en Santa Brígida y en el Puerto de la Cruz. Ello, junto a otros factores como el auge de la exportación frutera, el fuerte impulso de la navegación a vapor y la mejora de las comunicaciones insulares, creó las condiciones adecuadas para el primer desarrollo de la oferta alojativa en Canarias.

            En línea con lo anterior, podría considerarse que el negocio turístico en Canarias comienza en 1.885, extendiéndose en una primera etapa hasta el año 1.918. Así, en 1.900 aparecen censados en las Islas un total de 4.227 extranjeros (2.085 ingleses, 610 alemanes y 582 franceses). Con la llegada de cruceros a los puertos canarios, fundamentalmente en invierno, con estancias de los cruceristas de 1 a 3 días, la cifra de visitantes durante un año supera los 5.000 en la última década del siglo XIX. Entre 1.900 y 1.918 se estima que el número medio de turistas que anualmente visitaban las Islas se encontraba entre los 8.000 y los 9.000.

                                                

Por su parte, la oferta alojativa crecía para atender al número cada vez mayor de turistas que visitaban Canarias. En 1.914, la oferta de Las Palmas de Gran Canaria ascendía a 9 hoteles y diversas ofertas de casas de huéspedes, mientras que en Santa Cruz de Tenerife se situaba en 15 establecimientos; en el Valle de La Orotava en 10 establecimientos y diversas ofertas complementarias de casas controladas por suizos e ingleses. Santa Cruz de la Palma contaba con  4 pequeños hoteles, y el resto de las Islas apenas contaban con alguna fonda.










3.3: Los descubridores del potencial.

            James Clark (1.788-1.870)
            James Clark cogió a un paciente suyo tísico y viajó con él por el sur de Francia y Suiza observando minuciosamente los efectos del clima sobre la tuberculosis. A partir de ese momento, continúa  su investigación en Italia, Inglaterra y Alemania. El príncipe Leopoldo, luego rey de Bélgica le nombró su médico personal. Nombrado médico de la Corte con la ascensión al trono de la reina Victoria, pronto cayó en el descrédito al diagnosticar un embarazo a Lady Flora Hastings cuando su padecer era un tumor abdominal. A pesar de ello nadie le niega su autoridad en el conocimiento de las afecciones pulmonares y se convierte en defensor de la climatoterapia.

            Entre 1.826 y 1.827 visita Tenerife para estudiar sus condiciones climáticas. El trabajo de investigación realizado lo incluirá en su libro The sanative influence of climate, publicado en Londres en 1.829. Aquí recoge en varias tablas los registros de temperaturas medias por mes, estación y año, realizadas por el doctor Todd sobre un gran número de ciudades de todo el mundo, donde se incluye Santa Cruz de Tenerife por primera vez. Son estos registros los que ayudarán a Clark a acercarse a las características físicas del clima de Tenerife. En esta tabla comparativa de temperaturas se advierte la superioridad de Tenerife sobre el resto de ciudades, y en particular sobre Funchal.
           
            Dejó escrito: “Como un centro de residencia para los invalids, el Valle de la Orotava posee muchas ventajas sobre Santa Cruz, desde el punto de vista del alojamiento y de la belleza del lugar. Los invalids residentes en él pueden permanecer ahí durante todo el verano, sin sufrir demasiado el inconveniente del calor, y pueden pasar los meses de invierno en el clima más cálido y seco de Santa Cruz”.






                William White Cooper (ca. 1.790-¿?)
                William Cooper fue otro de los médicos que se acercó a Tenerife para el estudio de la climatoterapia, uno de los aspectos más importantes de sus investigaciones científicas que no sólo ocupó la atención en esta primera mitad del siglo, sino que continuaría durante el último cuarto del mismo, incluso con más intensidad, cuando los médicos victorianos de la British Medical Association y The Royal College of Physicians, Royal College of Surgeons of England, así como miembros de las universidades de Oxford y Edimburgo, muestran un interés inusitado hasta entonces por su estudio. Apenas se encuentran datos biográficos de este prestigioso médico, amigo y colaborador de James Clark. Visitó San Cruz de Tenerife en Enero de 1.840 y sus estudios sobre la ciudad se publicarán en su obra The invalid’s guide to Madeira, with a description of Tenerife, Lisboan, Cintra, Mafra, etc.

            Escribió: “Tenerife es más cálido y la atmósfera más seca que la de la última isla (Madeira); y algunos caballeros que sufrían afecciones pulmonares y que han estado en Madeira por algún tiempo, han declarado que se sentían mucho mejor en Tenerife… Además Funchal, es el único lugar de residencia, dentro de Madeira, donde los invalids pueden residir, mientras que en Tenerife, cuando se cansan de Santa Cruz pueden visitar Orotava (Puerto de la Cruz), precioso pueblo del otro lado de la isla”.
           


William Robert Wills Wilde (1.815-1.876)
William Wilde, padre del escritor Oscar Wilde, era el menor de los tres hijos del médico Thomas Wilde. Sus dos hermanos fueron ordenados sacerdotes de la Iglesia de Irlanda, mientras él seguía la profesión de su padre. Después de obtener el diploma en oftalmología y otorrinolaringología en 1.837, sus amigos Henry Marhs y el Doctor Graves le nombraron asistente médico de un invalid, Robert Meiklam, para acompañarlo en un viaje a bordo del yate particular de este último, The Crusader . Embarcaron el 24 de Septiembre de ese año y durante 9 meses de travesía, visitaron La Coruña, Lisboa, Madeira, Tenerife, Gibraltar, Argelia, Sicilia, Egipto, Siria, Jerusalén y otros lugares de Asia Menor. Producto de ese viaje fue la publicación en 1.840 del libro titulado Madeira, Tenerife and along the Shores of Mediterranean.

William Wilde fue una de las figuras médicas de primera mitad del siglo que nos visitaron. Tanto él como los eminentes doctores Clark y Cooper resaltaron en sus respectivos escritos la benignidad del clima y las condiciones óptimas de las Islas Canarias junto con Madeira para ser los nuevos healt resorts del Sur.

            Dejó escrito: “El Valle de la Orotava posee mayores ventajas para la residencia de un invalid, por ejemplo, atmósfera cálida y seca; bastante abierto para permitir la libre circulación del aire; el mar; rodeado de colinas que lo protegen de las ráfagas del invierno, del frio, del siroco del verano, y si no tiene tan buen aspecto como Funchal, tiene el Pico entre él y el desierto africano; y la costa misma, excepto cerca del puerto, está rodeada por pequeñas colinas que suavizan en viento del norte desde el mar”.

3.4: Las otras razones: La expansión del Imperio y la aclimatación.

            Como hemos visto anteriormente, Canarias se convierte así en un lugar privilegiado para la convalecencia de personas aquejadas de las patologías ya reseñadas. No fue hasta los años 80 del siglo XIX cuando una ola migratoria de británicos adinerados (gentlemen y ladies) llega en la época del frío invernal para buscar refugio en Canarias. Por esta razón, el grueso de turistas que se trasladaron a las islas era para la convalecencia de las enfermedades del momento, sobre todas ellas destacaba la tuberculosis. Muy probablemente  otros eran turistas que huían de los sofocantes rigores de la sociedad victoriana y del estrés cotidiano. Muchos de estos turistas se quedarán en las islas de por vida. Pronto el Puerto de la Cruz y Las Palmas de Gran Canaria se convierten en centros médico-turísticos de moda.

            A esta razón se le vino a añadir otra como consecuencia de la expansión del Imperio británico en ultramar y su interés  por la costa occidental africana a lo largo del siglo XIX, cuando los ingleses establecen en ella empresas destinadas a explotar el aceite de palma, a la vez que realizan otras misiones relacionadas con sus intereses. Se trataba, por otro lado, de encontrar una “estación de aclimatación” en un lugar subtropical de temperaturas suaves y cálidas, como las de Canarias, para adaptar a aquellos colonos residentes en sus territorios tropicales, que tanto en sus viajes de ida como de vuelta a casa, evitaran los fatales efectos sobre la salud por los cambios de temperatura. No era extraño que los residentes en Oriente sufrieran las consecuencias del fuerte cambio de temperatura, por ejemplo entre la India y el Reino Unido.

            Por otra parte, Canarias fue en esa época el “pabellón de infecciosos” del Imperio Británico, pues tanto los trabajadores, militares y misioneros afectados por enfermedades propias del continente africano, como la malaria y los padecimientos del hígado, más propio de los residentes en la India, eran traídos a las Islas para su convalecencia, evitando así ser trasladados enfermos a Gran Bretaña.

            Esta estancia rehabilitadora en las islas dio lugar a la puesta en marcha, en 1.891,  en Gran Canaria de la Fundación Queen Victoria Hospital y la posterior apertura de un hermoso edificio de construcción inglesa, bajo auspicios, control médico y capital británicos. Similar idea no prosperó en el Puerto de la Cruz al negarse a ello las autoridades locales.

IV.- IMPACTOS SOCIALES Y CULTURALES.

4.1: Incidencias sociales.

            La llegada de los primeros pobladores a Canarias, desde su inmediata incorporación a la corona de Castilla, ha sido un elemento de enriquecimiento y modificación de conductas y hábitos sociales. Pensemos que desde el siglo XV llegan a nuestras Islas castellanos, andaluces, extremeños, catalanes, gallegos, portugueses, genoveses, franceses, flamencos, malteses, ingleses y otros pueblos. Este amplio espectro de pueblos y culturas conforman lo que podríamos definir como la idiosincrasia de la sociedad canaria, que acaba por reafirmarse en el siglo XIX. A partir del último tercio de este siglo la influencia extranjera predominante será la británica, en la medida de que es el Reino Unido el gran impulsor y protagonista de nuestro desarrollo comercial, hasta el punto de que todo el entramado empresarial, de importaciones y exportaciones, está en sus manos, siendo ellos los responsables del desarrollo y mejora de los cultivos de exportación y los dueños de los canales de distribución. Esta persistente presencia en la economía isleña viene acompañada de la correspondiente influencia social y cultural que se manifestará en los usos y costumbres de la sociedad canaria, fundamentalmente en la clase media aunque en mayor medida en las clases altas.

4.2: Incidencia arquitectónicas.

            Los británicos construyeron en las Islas casas, hoteles y templos de estilo neogótico victoriano, edificaciones que sirvieron de referencia a la burguesía isleña. Ejemplos de estas construcciones las tenemos en el hotel Metropole en Gran Canaria o la iglesia anglicana All’Saint del Puerto de la Cruz. Esta arquitectura influyó en gran medida en las élites de las Islas y así podemos aún hoy contemplar la Casa Salazar en La Orotava como ejemplo de aquella traslación de estilo.
El antiguo hotel Metropole, hacia 1900

            Los propietarios de las viviendas tenían por costumbre pintarlas de rojo. Los isleños denominaron a este color como “rojo inglés”. La forma de entender la vida y las relaciones sociales de los visitantes dejo su huella, no sólo en el estilo sino también en el diseño urbanístico. Ejemplo de ello son el “Barrio de los Hoteles” en Santa Cruz y la “Ciudad Jardín” de Las Palmas de Gran Canaria.

            Sin embargo, este estilo neogótico vitoriano antes aludido no tuvo demasiado éxito entre la sociedad canaria. De una parte porque los elementos constructivos no existían en las Islas, había que importarlos con el encarecimiento que ello llevaba aparejado. Otro de los elementos disuasorios a la hora de copiar el estilo fue la teja: la teja inglesa, aunque más perfecta técnicamente y mejor resistente frente a los vientos, no era la idónea para nuestro clima. La teja árabe es mucho más apreciada ya que en su colocación deja canales para la aireación. La inglesa por el contrario, calienta en exceso la casa.

4.3: Incidencias lingüísticas.

            Uno de los aspectos en los que más incidiría la influencia británica será en el lenguaje. El constante y creciente contacto de los isleños con los productos británicos y las personas inglesas, dejará huella en el plano lingüístico mediante la absorción de los términos extranjeros de que no había equivalente en la lengua propia y son palabras que no tienen correspondencia alguna con el castellano. Estas palabras inglesas eran tomadas como préstamo que una vez asumido e integrado en el propio idioma, iban a funcionar con las mismas reglas gramaticales del castellano. Son los anglicismos.

            En castellano hay bastantes anglicismos: tenis, short, wáter, taxi, pullover, anorak, bar, vagón, bistec, etc. En Canarias se introdujeron otros que a nivel nacional no existen. Las palabras que se incorporan al léxico canario procedentes del inglés, lo hacen por la vía oral, no por la escrita porque los isleños contactaban con el inglés por el habla y no por la escritura. Así, cuando un canario pronuncia cualquier palabra inglesa que ha incorporado a su habla, la pronunciará correctamente y no porque sepa inglés, sino porque las oye pronunciar de ese modo.

Como dato anecdótico, citamos aquí parte del contenido del trabajo de campo realizado por el Doctor Bazo Martínez en 1.975 en la Isla de La Palma, donde se encontró con dos varones mayores cuyos nombres eran Don Teatime y el otro Don Pifrín. Habían sido tomados, como pueden adivinar de los nombre de dos marcas de galletas inglesas: Teatime y Peak Frean.

4.4: Incidencias en hábitos alimentarios.

            De entre los efectos impactantes a la par que beneficiosos para los isleños debidos la presencia británica en particular y extranjera por extensión, hay que citar los que tuvieron relación con el cambio en los hábitos alimenticios de las clases acomodadas. Se incorporan a la dieta alimentos de procedencia extranjera, como los quesos, langosta, bacalao, jamón york, salmón, arenques,…

            Mención aparte merece la repostería, en cuyo aprendizaje eran instruidas las mujeres de clase alta. De entonces se adquiere el gusto por los “queques”.

            Se asume incluso del estilo inglés los horarios de las comidas: se solía comer en las islas dos veces al día: el desayuno a las diez y la cena a las cinco de la tarde. A partir de ahora se tomará el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena temprana. Se evoluciona en el consumo de bebidas alcohólicas, pasando del casi exclusivo ron a incorporar el whisky, la ginebra y el champán.

            No obstante, seguía existiendo una gran brecha entre la dieta del hacendado y burgués y la gran mayoría de la población de las islas. Los campesinos seguían basando su alimentación en las papas, batatas, pescado salado,…

4.5: Incidencia ideológicas.
           
            La estrecha relación y dependencia de las Islas Canarias con el resto del mundo permitió que los contactos con la cultura europea fueran normales, continuos y fluidos para las élites de las Islas, principalmente las de realengo. La frecuente llegada de comerciantes, viajeros y científicos, así como la presencia permanente de una burguesía comercial, consiguió ampliar los horizontes socio-culturales de las élites insulares. Cabe señalar aquí que fue la inquietud cultural que despertaron los irlandeses (que tomaron el relevo a los ingleses en el siglo XVIII) entre las élites locales, dando lugar en gran medida a que la Ilustración tuviera en Canarias la importancia que consiguió.

            Así y todo el canario pertenecía cultural, espiritual e intelectualmente al mundo mediterráneo, radicalmente opuesto en su manera de pensar y vivir al mundo protestante anglosajón. La línea divisoria no era únicamente cultural, sino en gran medida religiosa. Por ello la burguesía local se mostraba más proclive a la influencia francesa, país latino en definitiva y de religión católica.

            El protagonismo inglés en el desarrollo del liberalismo y en su concepción de la organización política del estado, al igual que su protagonismo en la filosofía, la arqueología y la antropología social, entre otras disciplinas, va a conseguir interesar vivamente a la escasa intelectualidad canaria. Gracias a esta influencia, los canarios fueron capaces de tomar conciencia de su patrimonio isleño, pues hasta la fecha reinaba el total desinterés y desidia hacia los yacimientos aborígenes, por ejemplo. Entre el campesinado inculto era normal la quema de momias guiados por atávicas supersticiones. Olivia Stone escribió al respecto: “los españoles… les traen sin cuidado los guanches, los escenarios de las antiguas erupciones volcánicas o la curiosa vegetación”.

                En cuanto a la situación de la mujer se refiere, los aires llegados de Europa no supusieron cambio notable alguno. Por entonces el papel de la mujer era eminentemente doméstico. Su misión de soltera era la de ser agradable anfitriona y de casada desempeñar el papel de buena esposa y ejemplar madre, aunque estos roles no eran exclusivos de nuestras mujeres: era lo propio de la mentalidad de la época.

4.6: Otras incidencias.

            En cuanto al deporte, señalar que el que más relevancia consiguió fue el futbol. Ya en 1.903 se formó en Las Palmas de Gran Canaria el Football Club, que practica el juego en unos terrenos cercanos al Muelle de Santa Catalina frente a la compañía de Wilson Sons and Co. Por esas mismas fechas se crea en Santa Cruz el English Club que se desplaza hasta La Laguna para jugar sus partidos, en principio con equipos formados por tripulaciones de los barcos que nos visitaban.

El Real Club Victoria. 1917
            Referente a la vestimenta hay que señalar que la influencia británica se dejó sentir prácticamente en todas las clases sociales. Los campesinos decidieron cambiar sus mantos artesanales por los Lancanshire blankets, usados por los campesinos del norte de Inglaterra. Esta moda fue asumida por los campesinos de Tenerife pero no por el grancanario. Los jóvenes de la pequeña y alta burguesía asumen la moda inglesa de vestir y se generaliza el uso de la sombrilla y el sombrero.

            Desde la óptica social conviene resaltar que el turista británico creó conciencia donde no la había. Despertó el respeto por los animales, hasta entonces brutalmente tratados; inculcó los principios de la filantropía y fomentó el asociacionismo entre los propietarios locales con el fin de poder acometer mayores empresas económicas.

V.- CONCLUSIÓN.

                Como conclusión y desde un punto de vista antropológico, podemos afirmar que, en general, el turismo ha sido el principal motor de las recientes transformaciones culturales, sociales y económicas de Canarias. El turismo implica el contacto con personas de bagajes culturales diferentes que en definitiva provocará impactos culturales de diferente intensidad. El turismo es, como afirma Theron Núñez, “una autopista hacia el desarrollo y la modernización, que como todo proceso de homogeneización debe ser asimilado con prudencia para preservar los valores identitarios”.

            De esta manera, pues, el turismo ha sido, es y será un acelerante de los cambios sociales que han colaborado en el afianzamiento de la idiosincrasia canaria y en el bienestar general del archipiélago.


           



















BIBLIOGRAFÍA


SANTA ANA, M. de. “Paisajes del placer, paisajes de la crisis”, Fundación César Manrique 2.004.

AMADOR GARCÍA, O.  “El impacto turístico en Canarias”. U.L.P.G.C., 2004.
(Tesis doctoral)

           
HERNÁNDEZ JIMÉNEZ,  V. “El centro de iniciativas y turismo de Gran Canaria”,  R. S. E. de Amigos del País. 1.994.

GONZÁLEZ LEMUS, N., MIRANDA BEJARANO, P. “El Turismo en la Historia de Canarias”. Cabildo de Tenerife. 1.984. 

Imágenes con pie de foto, del archivo fotográfico de FEDAC.ORG.

Grabados de los doctores ingleses, de “El turismo en la historia de Canarias”.


Reto de  ilustraciones tomadas de carteles y postales propiedad de los autores.

El derecho en la Antigua Grecia




EL DERECHO GRIEGO


1.- El derecho público de los griegos.

Lo que Grecia aporta al derecho corresponde, sobre todo, a dos temas: su experimentación con el régimen constitucional de los diversos estados-ciudades (poleis) y su discusión filosófica acerca de temas directa o indirectamente jurídicos.
Recordemos aquí que el derecho griego no era un derecho relativamente unificado como el romano: cada polis tenía su propio derecho, y sobre la posible existencia de un fondo jurídico común, panhelénico, las opiniones de los especialistas discrepan. Conocemos sobre todo el derecho de Atenas, en gran parte por fuentes extrajurídicas; el de Esparta -en gran parte por las descripciones atenienses-, y el de Gortyna -a causa de una importante inscripción respectiva.
Otro inconveniente del derecho griego, desde el punto de vista del historiador del derecho, es que es relativamente vago, y no tan claramente fijado por legisladores como otros derechos de la antigüedad. En opinión de los griegos, las autoridades debían dictar sus sentencias con fundamento en una intuición de la justicia, sin encontrarse demasiado obstaculizadas por normas legisladas. Además, no hubo una ciencia jurídica autónoma: las ideas sobre "lo justo" forman parte de la filosofía general, al lado de especulaciones sobre lo bello, lo ético, etcétera.
Entre los dorios, que destrozaron la civilización griega original, encontramos una organización por clanes  (genos)  grupos de familias reunidas en torno a un (bacileus), descendiente directo de algún pretendido ascendiente común. Cuando varios clanes se organizan en una polis, el jefe del clan más importante se convierte en basileus de la polis, o sea en rey. Como debe esta función a su posición dentro de una familia, el poder del rey es hereditario. Para mejorar su prestigio, el monarca suele añadir a su árbol genealógico algún importante dios, generalmente a Zeus.
De este modo, la Grecia de comienzos de último milenio antes de Cristo, está distribuida entre poleis gobernadas o basileis, a cuyo lado encontramos generalmente, el consejo de los demás jefes de los clanes, los basileis de los genea. Hay relaciones íntimas entre estas poleis, pero el ciudadano de una carece de todo derecho dentro de las otras (a no ser que vaya como embajador): entra en un vacío jurídico.
De este hecho nacen los frecuentes "contratos de hospitalidad y de protección" entre las familias poderosas de diversas poleis, que a menudo dan lugar a tratados de hospitalidad entre polis y polis, colocados bajo la protección y sanción de los dioses. También, especialmente en tiempos de guerra, se forman federaciones, en las cuales, por lo general, alguna polis importante tiene la hegemonía.
Las poleis colaboran entre sí, para fines religiosos y para la organización de grandes fiestas periódicas de carácter deportivo-religioso; sin embargo, resultó imposible la formación de una perpetua confederación griega, con limitación de la soberanía de las poleis individuales. A ello contribuyó la posición existente entre Atenas y Esparta y la constante política intervencionista de Esparta, que representaba el poder aristocrático y reaccionario (a pesar de su tendencia al "comunismo"), en el juego político de otras poleis; lo más aproximado que se llegó a la unificación, fue cuando Atenas convirtió la Confederación Délica en un imperio ático temporal, pero la derrota de Atenas por Esparta dispersó de nuevo esta joven estructura regional, formada de poleis antes aisladas. A veces se ha comparado la paz de 386 a.C., que siguió a esta derrota, con la paz de Weslfalia, en 1648, que dispersó el poder central que el Reich alemán había ejercido sobre sus diversos componentes.
De muchas poleis surgieron otras nuevas, por colonización, que debían, mejorar los contactos comerciales de la ciudad-madre y eliminar la presión de la sobrepoblación. Sin embargo, pese a lo evidente de tales "filiaciones", la liga entre polis-madre y polis-hija no pasaba de ser meramente una de carácter religioso: no se aprovechó tal relación para la formación de ligas políticas permanentes.
En algunas de las partes del mundo griego, el rey, aun siendo la suprema autoridad, con frecuencia estaba asistido por una asamblea popular y de un aristocrático consejo de la Corona, con ciertos poderes de hecho, aunque de iure no podían oponerse a la voluntad del monarca, excepto cuando se trataba de decisiones sobre la guerra y la paz. Con estas características subsiste la monarquía, v. gr., en Macedonia, donde surgirían, finalmente, reyes tan importantes para la historia de Grecia como Filipo y  su hijo Alejandro Magno.

2.- Esparta.


En otras partes de Grecia, el rey se encontraba colocado bajo el control de la aristocracia, aunque conservaba cierta independencia en lo religioso y militar. De este modo, en Esparta, además de debilitarse el poder de la Corona por el hecho de haber simultáneamente dos reyes, surgidos de familias rivales, el gobierno estaba, en realidad, en manos de los cinco éforos y de una gerousia. Aquéllos eran líderes controladores, elegidos por un año: ejercían una severa tutela sobre todos los funcionarios, inclusive sobre los reyes, y estaban, ellos mismos, amparados por inmunidad durante el año de sus funciones. La gerousia (o senado) de 28 ancianos (geroon es anciano; cfr., "senado", término derivado de senex, anciano) debía aconsejar a los reyes, además de tener a su cargo funciones judiciales. Entre gerousia y eforato, los reyes quedaban reducidos a un segundo término; su importancia se centraba en sus funciones militares.
Una constitución de Esparta, de aproximadamente 700 a.C., la gran Rhetra, atribuida a Licurgo, parece haber sido básica para la organización de este Estado. Los hombres vivían fuera del hogar en comunidades; de los 7 a los 20 años, los jóvenes eran educados por el Estado, de los 20 a los 30 vivían, primero en comunidades militares y, después, en syssitia, comunidades basadas en las comidas colectivas. Para la clase dominante de los ciudadanos plenarios, el cuartel había sustituido al hogar. Platón se inspira claramente en el ejemplo de Esparta para su espeluznante utopía, La República. Ciudadanos de segundo rango eran los  hilotas: tenían el derecho hereditario de cultivar la tierra, repartida entre haciendas (kleroi), contra entrega al Estado de la mitad de la cosecha.
Sólo los ciudadanos de primer rango, educados para funciones militares, participaban en las asambleas populares, formando una minoría constantemente amenazada por el peligro de rebeliones por parte de los hilotas (vigilados por una policía secreta).

3.- Atenas.


En varias otras poleis, la aristocracia ya ni siguiera se ocupaba de conservar la apariencia de una monarquía. En Atenas, el rey se vuelve, primero, electoral (aproximadamente 750 a.C.); luego el elegido ejerce su cargo ya no en forma vitalicia, sino sólo durante diez años (750-683); y por último  se lo rebaja al nivel de un magistrado anual, encargado del culto de Dionisio, trabajando al lado de otro magistrado (arconte) para la administración de la ciudad y de un tercero más (también arconte) para cuestiones militares; más tarde se añaden más arcontes, nombrados también por un solo año.
Una larga crisis agraria y el correspondiente malestar político-social, provocaron primero la severa intervención de Dracón (624), quien trataba de remediar la situación a través de medidas rigurosas, y luego el régimen de Solón (594) que otorgó a Atenas una nueva constitución en conformidad con los anhelos de la burguesía comercial, pero desastrosa para la clase de los grandes terratenientes, anula las deudas de los campesinos y convierte a los siervos de la tierra en personas libres, fijando, al mismo tiempo, un límite a la tenencia de la tierra. La asamblea popular (ekklesia), integrada por cuatro clases, de acuerdo con la fortuna de cada uno, elige a los arcontes entre los miembros de la clase más rica, así como al Consejo de los Cuatrocientos, o sea la boulé, integrada por miembros de las tres clases no proletarias. Los proletarios participan en estas elecciones, pero no pueden ser elegidos.
La obra de Solón no resolvió los problemas; su vanguardismo provocó perturbaciones que llevaron hacia la tiranía de Pisístrato y de sus sucesores (560-510), aunque la legislación de Solón quedaba formalmente en vigor. En 509, Clístenes reformó una vez más la constitución. Para equilibrar las tres regiones básicas del estado de Atenas, con intereses relativamente opuestos, es decir: 1. la ciudad misma, 2. la costa y 3. El agro interior, distribuyó a los ciudadanos entre 10 philas, colocando en cada una ciudadanos de estas tres zonas. Cada phila debía enviar cincuenta delegaos, designados por sorteo, al Consejo de los Quinientos, que, a su vez daba origen a una Comisión Ejecutiva, la pritanía, que se ocupaba de los asuntos cotidianos, con un presidente que cambiaba diariamente. El Consejo de los Quinientos tenía que dar autorizaciones provisionales para los proyectos de las nuevas leyes, sometidos luego a la ekklesia. Sin embargo, pese al espíritu griego de discusión y racionalización, no fue cosa fácil modificar el derecho. Una proposición para el cambio de leyes fundamentales podía ser castigada severamente, y con frecuencia, el proponente debía asegurarse primero, mediante el voto popular, la impunidad respectiva. De ahí que las grandes reformas se deban a menudo a un solo hombre (Dracón, Solón, Clístenes), que de antemano había recibido la autorización para preparar la innovación total del sistema jurídico.
Al comienzo de esta evolución, el supremo poder controlador guardián de las leyes y titular de la justicia penal, había sido el aristocrático Areópago, órgano conservador existente desde la monarquía, integrado por la elite de los exarcontes. La creciente democracia ateniense le arranca poco a poco sus atribuciones originales, adjudicándolas, por lo general, al Consejo. Bajo la Constitución de Clístenes, sólo le competen aún los procesos sobre homicidios.
Las funciones oficiales eran anuales y se procuraba que en el transcurso de su vida la mayor parte de los ciudadanos recibieran la oportunidad de participar en la vida pública, ya sea como magistrados, jueces o consejeros. Todo magistrado era controlado severamente en forma represiva, después de entregar la administración a su sucesor, pero también anticipadamente, mediante un control llevado a cabo, de ordinario, por una comisión de arcontes (los seis thesmothetati) respecto del cumplimiento del candidato con ciertos requisitos formales y morales.
Los tribunales también tomaban la forma de jurados populares. Mediante el ostracismo se exiliaba, por votación popular, a aquellos ciudadanos que por sus ambiciones o por sus ideas futuristas, constituían un peligro público. La aplicación práctica de este sistema nos ilustra la opinión de Nietzsche, de que la democracia representa la aversión de la plebe respecto de las personalidades importantes; "democracia es mediocracia..." A partir de 487, se neutralizaba políticamente la función de los arcontes (entretanto, reducidos a 3); siguen siendo magistrados importantes, pero son designados, mediante sorteo, entre los miembros del Consejo de los Quinientos. Bajo Pericles se democratiza aún más este sistema, introduciéndose dietas para asistir a la boulé de los Quinientos y a los jurados.
 No debe exagerarse el carácter democrático de aquellas ciudades griegas que tuvieron a Atenas como modelo. Nadie negará el efecto educativo del sistema de la polis, con discusiones y amplia participación del ciudadano en las múltiples funciones públicas anuales, a las que se los llamaba por elección o por sorteo. Los griegos mismos se sentían muy orgullosos de su polis y la comparaban, gustosos, con el sistema persa, ejemplo del despotismo (aunque a menudo ilustrado).
Quizá la famosa observación de Aristóteles, de que el hombre es un ser "político" significa, en realidad, que el verdadero "hombre" (o sea el griego, no el persa) es un ser que vive en comunidades organizadas al estilo de la polis. Sin embargo, los verdaderos "ciudadanos" sólo formaban una pequeña minoría entre los habitantes de una polis, probablemente alrededor de un 10 por ciento.         
            Las mujeres, los esclavos y los numerosos extranjeros que a menudo estaban establecidos por varias generaciones dentro de la polis. No participaban en la educativa vida pública. Por tanto, cuantitativamente vista, la democracia ateniense tuvo mucho de oligarquía. Tampoco corresponde al ideal democrático el carácter timocrático, no totalmente ilógico, que tanto tiempo predominaba en Atenas y en otras poleis. De garantías individuales contra el creciente poder de la comunidad y del Estado, no se encontró nada en la antigua Grecia, y el ostracismo, a menudo instrumento en manos de los oradores que manipulaban las pasiones populares, causó con frecuencia un desastre en la carrera de importantes idealistas y reformadores. Generalmente, duras medidas, aunque objetivamente necesarias, eran impopulares, y el valiente político, con visión clara, que les propusiera, se veía siempre expuesto a los riesgos del ostracismo.
La democracia moderna corresponde, además, a una psicología completamente incompatible con la maquiavélica actitud imperialista que mostraba Atenas generalmente frente a sus vecinos (la transformación de la Liga Délica en un pequeño imperio ateniense, es ejemplo de esta actitud: los antiguos aliados se convirtieron en tributarios, y la intervención en la política interna de las demás poleis ¡no precisamente con el fin de ayudarlos a establecer un régimen democrático! era una práctica constante por parte de Atenas).

4.- Los tiranos; la Grecia posclásica.

Junto a la monarquía (Msedonia), la aristocracia (Esparta) y los experimentos con la democracia (Atenas), encontramos en la antigua Grecia diversos periodos de "tiranía", cuando ciertos usurpadores, generalmente conducidos al poder por "los de abajo", se comportan, durante algún tiempo, como déspotas absolutos, a veces de una admirable calidad. Como no tienen el carácter de sagrados (ya que carecen de la liga personal con los dioses, característica de los verdaderos reyes) su posición ante la opinión pública es, a menudo, precaria. Después de una verdadera explosión de energías intelectuales, aplicadas a la estructuración y experimentación democráticas, la Grecia posclásica-absorbida por la turbulenta herencia de Alejandro Magno cae finalmente en un rutinario nivel político de aristocracias y oligarquías locales.

5.- La filosofía Política y jurídica de Grecia.


Otra aportación interesante de Grecia a nuestro terna es - ya lo dijimos la brillante discusión teórica sobre la política y el derecho. Ya a mediados del siglo v a.C., se encuentra con Heródoto una conversación imaginaria, en la que tres nobles persas discuten acerca de las calidades y los defectos de tres sistemas básicos: la tiranía, la democracia y la oligarquía. Después de criticar los tres, los persas se ponen de acuerdo a favor de un cuarto sistema, el gobierno unipersonal por parte del que resulte ser el mejor hombre, o sea el sistema de la monarquía. En esta famosa discusión se halla ya un claro antecedente de la idea del "contrato social", que florecerá dos milenios más tarde.
Poco después, Platón (429-347) toca varios importantes temas de la teoría política y del derecho en sus diversos Diálogos. Georgias tiene importancia a causa de la crítica que allí se hace de la democracia, considerada por Platón como demasiado materialista. La República, visiblemente inspirada en los ideales de Esparta, contiene, asimismo, importantes consideraciones acerca de la justicia, así como dudosas ideas utópicas sobre la organización de un Estado, formado por tres clases: la del pueblo (políticamente hablando quantité negligeable), la de los guardianes (que viven bajo un régimen de cuartel, en un ambiente de comunismo amonetario, con comunidad de mujeres) y de la de los sabios gobernantes (seleccionados de la clase de los guardianes mediante varias pruebas). En esta obra, Platón pasa revista a los diversos sistemas políticos, prefiriendo, desde luego (de acuerdo con su propio origen) la aristocracia, pero describiendo igualmente cómo ésta puede degenerar en timocracia -cuando se infiltra la ambición en el rango de los gobernantes; en oligarquía, cuando el grupo reducido que está en el poder comienza a explotar indebidamente a los underdogs; en democracia, cuando la cantidad se impone a la calidad; y, por último, en tiranía a causa de los abusos de la democracia.
En la Política, Platón aboga por un gobierno de leyes, en vez de un gobierno de hombres y, finalmente, en Las Leyes, Platón presenta su concepción acerca, ya no de un remoto estado ideal de carácter utópico, sino de lo que sería un buen régimen jurídico en un futuro inmediato. El resultado de esto es una especie de teocracia totalitaria, con acento sobre la educación del ciudadano, que también muestra algunos rasgos democráticos (por ejemplo, algunos magistrados importantes deberán ser elegidos por sufragio secreto).
En todas estas obras de Platón se manifiesta una marcada preferencia por la aristocracia y una profunda desconfianza de la democracia, cuyos peligrosos efectos el noble excéntrico, Platón, había observado en el triste caso de su preceptor Sócrates, y cuya ineficacia en materia internacional creía ver ilustrada mediante la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso.
Lo anterior sólo da una impresión muy incompleta de la riqueza de sugestiones que ofrece la obra de Platón para la teoría general del derecho y del Estado. Whitehead ha afirmado que toda la filosofía occidental del derecho no es más que una colección de notas al pie de las páginas de los Diálogos de Platón...
No menos aristocrático es Aristóteles, discípulo de Platón (384-322 a.C.). Este filósofo es, sin embargo, menos especulativo que su preceptor. Antes de exponer su teoría sobre gobierno y Estado en la Política, hace un estudio de las constituciones de 158 ciudades griegas y no-griegas. Finalmente, presenta el famoso esquema de las tres clases de constituciones (correspondientes a monarquías, aristocracias y democracias) que pueden dar lugar a tres formas de degeneración (tiranía, oligarquía y demagogia). No presenta receta alguna para un tipo ideal, pero recomienda una crecida clase media, ya que ésta, generalmente, será un factor de equilibrio y de moderación.
En su obra aparece también, por primera vez, la teoría de los tres poderes, es decir, el deliberativo, el judicial y el ejecutivo. Aristóteles analiza cómo funcionan estos poderes bajo los diversos modelos de gobierno que hemos señalado, pero no exige aún su separación absoluta, corno lo hará Montesquieu dos milenios más tarde.
Parece que este excelente conocedor de la realidad jurídica y política del mundo griego, no estaba siempre muy satisfecho con lo que observaba a su derredor. "Los atenienses han inventado dos cosas: el cultivo del trigo y leyes excelentes; la única diferencia entre estos productos es que ellos comen el trigo, pero no usan las leyes...", es uno de sus conocidos comentarios.
Con la decadencia de la polis y la absorción de Grecia en un gran estado territorial, a partir de Alejandro Magno, la filosofía griega, adaptándose a su nueva situación, desarrolla entre los cínicos y los estoicos un cosmopolitismo universal, la idea de una hermandad entre todo lo humano. Esto fue un factor para la humanización del derecho durante los siglos siguientes (por ejemplo, la legislación en favor de los esclavos) y preparaba el ambiente para la unión de todo el Mediterráneo en una comunidad imperial romana en la que desaparecería, paulatinamente, el predominio de Roma.
Al lado de las teorías griegas sobre cuestiones políticas y de derecho público debemos mencionar, para la filosofía del derecho en general, la intuición de un derecho natural no escrito, superior al derecho positivo  y las famosas distinciones que hace Aristóteles  entre derecho y equidad, y entre justicia conmutativa y justicia distributiva.

6.- El derecho privado positivo de Grecia.


Nos resta decir unas palabras sobre el derecho privado positivo de Grecia. Acerca de las costumbres jurídicas arcaicas, aproximadamente del siglo IX a.C., recibimos una idea a través de Homero. Habla de un matrimonio monogámico, pero combinable con concubinatos reconocidos y socialmente respetados, cuyos hijos, empero, deben contentarse con porciones hereditarias inferiores a las de los hijos legítimos. En vez de la dote, observamos que el yerno paga al suegro el "precio de la novia". La boda tiene rasgos, aún, que recuerdan una fase anterior: la del matrimonio por rapto. Existe una latente copropiedad familiar respecto de la tierra.
Para el caso de homicidio hay un derecho de venganza en favor de ciertos parientes de la víctima; este derecho puede ser sustituido por la composición voluntaria. En materia procesal encontramos la apuesta que precede al arbitraje por el jefe político, o bien por un consejo de ancianos (cfr., la legis actio per sacramentum del derecho romano arcaico, también un procedimiento mediante apuesta y arbitraje). El "Juicio de Dios" también encuentra lugar en el derecho griego preclásico (véase la Antígona de Sófocles, párrafos 264-267).
Una vez que uno se ha percatado de que el derecho no es una emanación del orden divino, sino un simple producto humano, mejorable a la luz de la razón, se abre la puerta a una amplia experimentación y discusión. Esto sucedió en Grecia (contrariamente a lo acontecido en otros países del Medio Oriente, que recibieron su derecho por canales sobrenaturales y que no contaban con libertad para modificarlo). De este modo, el concepto del derecho como producto humano, variable, en combinación con la frecuente tendencia griega hacia una constante discusión pública de todo asunto de interés colectivo, produjo una gran diversidad de sistemas de derecho privado en las diferentes poleis de la antigua Grecia. Esta dispersión explica que Grecia no nos haya legado una obra semejante al Corpus luris o si  quiera a las Instituciones de Gayo.
Es verdad que, además de Licurgo, Dracón y Solón, la historia menciona a varios grandes legisladores griegos, tales como Zaleuco de la ciudad griega de Locros, en el sur de Italia, Carondas, en Catania de Sicilia e, inclusive, al filósofo Pitágoras que impuso en Crotona, alrededor de 500 a.C., un socialismo puritano, aristocrático, de corta duración. De mucha fama fue, sobre todo, "la legislación marítima de la isla de Rodas", a la que haremos referencia después. Sin embargo, poco es lo que la literatura antigua y la arqueología nos han entregado de tales obras legislativas. Sólo raras veces se encuentran algunas normas concretas de derecho griego; afortunadamente, una inscripción nos ilumina respecto de gran parte del derecho de Gortyna, de unos 480 a.C.; en general empero, tenemos que aprovechar fuentes indirectas, como las discusiones forenses de Demóstenes, los libros de los historiadores, las obras de teatro y las especulaciones de los filósofos; además, respecto de los últimos siglos antes de Cristo, la papirología presta gran ayuda.
A partir de 146 a.C., Grecia es sojuzgada por Roma, y unos cinco siglos después, en el territorio griego se establece la segunda capital del Imperio: Constantinopla (Bizancio). En torno a esta ciudad se mezclaron los derechos helénicos con la tradición clásica romana, produciendo aquel sistema ecléctico que finalmente cristalizaría en el Corpus luris Civilis, producto bizantino.
Los ingredientes griegos de esta mezcla pueden reconocerse a menudo por su terminología griega, conservada en textos por lo demás redactados en latín, Especialmente en las relaciones surgidas entre acreedor y deudor abundan estos términos. Así sobreviven hasta hoy algunos términos corno documento quirografario (reconocimiento de una deuda por puño y letra del deudor, aunque con el tiempo esta denominación llega a significar el reconocimiento de una deuda no garantizada mediante prenda o hipoteca); la hipoteca y la palabra de hiperrocha o sea demasía, concepto ligado al anterior; el anatocismo (cálculo de intereses sobre intereses); la anticresis (prenda en la que el acreedor obtiene el derecho de usar y disfrutar el objeto garantizante, mediante renuncia a los intereses o reducción de ellos); así como, por último, la expresión sinalagmático. Todo ello sugiere que el derecho privado griego había desarrollado el tema de las obligaciones y los contratos en forma tal, que llamó la atención de los juristas romanos.
También la enfiteusis es una figura griega que se funde finalmente con el ius in agro vectigali de los romanos; en el derecho de familia, un término como bienes parafernales, aplicado a los bienes pertenecientes a la esposa, pero separados de la dote, es, también, de origen griego. Otro elemento de derecho griego, expresamente señalado en el Corpus luris de Justiniano como una institución de origen no romano, es la "avería gruesa" de la Lex Rhodia de lactu, que sobrevive en las legislaciones modernas (reparto del daño sufrido por un comerciante, entre todos los que reciben el provecho nacido de tal daño, cuando haya sido necesario sacrificar la mercancía de uno, para salvar el barco y la mercancía de los demás). En general, es probable que el derecho marítimo griego (ya codificado unos nueve siglos antes de Cristo en la isla de Rodas) haya influido mucho en el derecho romano, cuyos orígenes se debían precisamente a un pueblo de campesinos, desconfiado del mar, que no tenía un derecho marítimo autóctono.
Además, los griegos, grandes comerciantes, habían desarrollado para el ejercicio de su actividad mercantil ciertas reglas de "derecho común", independientes de la ciudadanía particular de cada contratante, que, en parte, se convirtieron en el ius gentium del Mediterráneo; éste a su vez, influyó mucho en aquel ius honorarium con el cual los pretores romanos trataban de complementar ius civile, e inclusive de corregir éste en aquellos casos en los que tuviese un sabor excesivamente arcaico.

Este derecho helenístico común del Mediterráneo, en cada región se encontraba en contacto con otros derechos nacionales, dando lugar a sistemas mixtos, fenómeno que podemos seguir con algo de detalle en el caso de Egipto, además del señalado ejemplo de la influencia del derecho helenístico en el romano. También la mezcla del derecho helenístico con el judío recientemente ha sido objeto de varios estudios.